Nos acostumbramos a que todo vaya bien. Abrimos el grifo y sale agua, le damos al interruptor y se enciende la luz, vamos al supermercado y encontramos sus estanterías repletas de productos. Pensamos que nunca va a pasar nada, hasta que la vida nos da un golpe como el que estamos sufriendo actualmente.
Sin embargo, la actual crisis sanitario-económica causada por la COVID-19 ha puesto en evidencia la gran importancia que tiene para nuestro país mantener, proteger y promocionar un sistema agroalimentario robusto. Este sector ha demostrado ser un gran baluarte social y económico, manteniendo su actividad durante el estado de emergencia, surtiendo de alimentos en cantidad, calidad y con garantías sanitarias a una población confinada; evitando los estallidos sociales que hubiera provocado la carestía de los productos alimentarios. Todo esto al mismo tiempo que se proporciona ocupación laboral a los trabajadores del sector y de las demás industrias de la cadena alimentaria (manipulación, envasado, distribución y transporte) y, adicionalmente, generando ingresos a las distintas Administraciones a través de tasas e impuestos. A este respecto, conviene recordar que, en los primeros días de la pandemia, el miedo al coronavirus provocó compras compulsivas por parte de la población, que vaciaron muchísimos expositores de los supermercados. Una imagen que nadie pensaría que podría suceder en nuestro país alguna vez.
"Las comunidades de regantes han jugado un papel esencial, implantando en tiempo récord estrictos protocolos de protección de trabajadores"
Afortunadamente, toda la cadena del sistema agroalimentario español tuvo un comportamiento ejemplar. El hashtag #ElCampoNoPara sintetiza muy bien la respuesta del sector a la situación de crisis sanitaria que estamos sufriendo. De acuerdo con el Catedrático de Historia e Instituciones Económicas Joaquín Melgarejo, “pese a las dificultades desencadenadas por la COVID-19, el sector no está teniendo ningún problema para abastecer a los clientes intracomunitarios y está dejando claro que España es no solo la Huerta de Europa, sino que también es la despensa de Europa. En menos de 24 horas, el sector agroalimentario puede servir la producción entre dos puntos cualesquiera de la UE. Esta agilidad y versatilidad del sistema alimentario, que va del aporte de insumos hasta el consumidor, ha permitido encajar a la perfección las distorsiones que se han producido en la demanda. Por tanto, se trata de un sector absolutamente transcendental y estratégico para la alimentación de la Unión Europea”.
Pero no solo la COVID-19 saca a la luz la importancia de nuestra agricultura. Otros datos también lo hacen: España produce más del 25% de todas las frutas y hortalizas de la UE, y en el 2019 estaba en el sexto puesto del ranking mundial. El valor de las exportaciones del sistema agroalimentario español en 2016 fue de 46.781 M€ (18,4% del total), donde las frutas (8.182 M€) y el grupo de las hortalizas y legumbres (5.893 M€) desempeñaron un papel muy importante. La Comunidad Valenciana, Andalucía y la Región de Murcia destacan como las principales regiones exportadoras de frutas y hortalizas, con más del 80% del total.
Esta garantía de suministro a la población, sin duda, se fundamenta en la productividad y fiabilidad de los cultivos de regadío, que transforman el agua en alimentos. En nuestro país, la agricultura de regadío supone más del 65% de la producción con solo el 22% de la superficie cultivada. De acuerdo con el presidente del SCRATS, Lucas Jiménez, “durante el confinamiento nunca ha habido riesgo real de desabastecimiento en los lineales de los comercios. Imaginemos que, en plena crisis, y al igual que ha ocurrido con ciertos productos sanitarios, hubiésemos tenido que ir a buscar bienes de primera necesidad a mercados exteriores, compitiendo con otros países”.
"La planificación hídrica debe avanzar hacia un sistema integrado del agua, donde se conecten adecuadamente los recursos y las demandas"
En este sentido, las comunidades de regantes han jugado un papel esencial, implantando en tiempo récord estrictos protocolos de protección de los trabajadores frente a la COVID-19, que ha permitido suministrar agua a los agricultores para que pudieran seguir produciendo alimentos. Como ejemplo, señalar que, según el presidente de la Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, Manuel Martínez, “dos cadenas de televisión alemana y francesa rodaban esta semana nuestras medidas de seguridad en el regadío del Campo de Cartagena para aprender, ahora que ellos empiezan su campaña de fruta. Créanme, tenemos una agricultura top en Europa; se puede confiar en nosotros”. Hay que destacar que la implementación de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TICs), el análisis de big data y el Internet de las cosas (IoT) en la gestión del regadío está siendo fundamental para garantizar la alimentación de la población y la sostenibilidad de la agricultura de regadío. Es decir, además de reducir y optimizar el consumo de agua, estas tecnologías permiten a los regantes conocer y gestionar sus riegos desde casa, minimizando considerablemente los riesgos sanitarios.
Actualmente, en la fase de desescalada, una gran ola de incertidumbre recorre a la sociedad: se desconoce el impacto sanitario y socioeconómico final que va a tener esta pandemia en nuestras vidas. Pero una cosa parece segura: al igual que el sector agro español jugó un papel fundamental de soporte económico y de empleo en la crisis financiera de 2008, es y será determinante para la reconstrucción nacional en la crisis por la COVID-19. A este respecto, el sector espera que las diferentes Administraciones estén a la altura, dejando a un lado las disputas partidistas, y apoyando sin fisuras a un sector estratégico para el futuro de nuestro país. Nuestra seguridad alimentaria depende de ello. Cabe destacar las palabras del presidente de FENACORE, Andrés del Campo: “Los agricultores estamos llamados a cumplir un papel crucial para la recuperación económica de España, por lo que deberían tenernos más en cuenta a la hora de consensuar las estrategias frente a la crisis del coronavirus”. El nuevo proceso de la planificación hidrológica, iniciado recientemente, ha puesto de manifiesto la escasa ejecución de los programas de medidas contemplados en los planes hidrológicos de las diferentes demarcaciones, lo que está poniendo en peligro poder garantizar el suministro hídrico, tanto en calidad como en cantidad, y a un precio justo, a las principales zonas agrícolas de nuestro país. Además, esta inacción de la Administración conlleva una gran problemática medioambiental.
Por ello, parece prioritario ejecutar las actuaciones ya contempladas en los diferentes planes de cuenca y sacar adelante un nuevo Plan Hidrológico Nacional, que garantice las inversiones públicas y privadas para poder ejecutar aquellas infraestructuras hidráulicas necesarias y, de este modo, reactivar la actividad económica de nuestro país. La planificación hídrica debe avanzar hacia un sistema integrado del agua donde se conecten adecuadamente los recursos (superficiales, subterráneos, trasvases, reutilización y desalinización) y las demandas; manteniendo además los caudales ecológicos necesarios para los ecosistemas asociados al agua.
Me gustaría agradecer su labor, en estos tiempos tan difíciles, a todas aquellas personas que se están poniendo en riesgo para garantizar nuestra salud, alimentación, seguridad, educación, información…
Para finalizar deseo expresar mis condolencias a todos aquellos que han perdido un ser querido por motivo de esta pandemia.
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