Uno de los desafíos más importantes que tiene España actualmente a resolver es la desigualdad existente en un bien de primera necesidad como es el agua. Aun más si cabe, porque en el futuro se espera un agravamiento de esta situación debido al cambio climático, dado que los modelos de previsión auguran una reducción generalizada de las precipitaciones y disponibilidad de agua en España conforme avanza el siglo XXI. A este respecto hay que recordar que el agua es un elemento clave a considerar al plantear medidas adaptativas o mitigadoras de los efectos del cambio climático. Dado que existe una fuerte interrelación entre el agua y la energía (nexo agua-energía), y entre el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que en último término son las responsables del calentamiento global. Como dato indicar que en 2018 (enero-noviembre) según Red Eléctrica de España el factor de conversión medio fue de 0,245 kg CO2eq/kWh. Por ello, la racionalización del uso del agua y la energía es fundamental para combatir el cambio climático.
A finales de 2018 el Congreso de los Diputados aprobó el informe de la Subcomisión para el estudio y elaboración de propuestas de política de aguas en coherencia con los retos del cambio climático. De las recomendaciones del informe de esta Subcomisión, cabe destacar:
- Según los expertos, hay que considerar que en rigor, no existen cuencas «excedentarias» o cuencas «deficitarias», sino cuencas que están sometidas a unas presiones antrópicas por encima de sus disponibilidades de recursos.
- En los territorios insulares y costeros, las tecnologías de desalación, regeneración y reutilización, con energía eólica y solar, posibilitan estrategias flexibles y eficaces para afrontar periodos de sequía, permitiendo incluso abrir perspectivas de autosuficiencia en territorios que han desbordado su disponibilidad sostenible de recursos.
- En lo que respecta a los trasvases en servicio es necesario tomar en consideración la expectativa de menores caudales, por cambio climático, reajustar las necesidades y promover las fuentes complementarias que sean viables en las cuencas receptoras.
- Tomar en consideración y desarrollar el Acuerdo Social por el Agua, en Defensa de nuestros Ríos y por el Agua Pública. En este acuerdo se indica: Detener el crecimiento de demandas, especialmente de regadío, la construcción de nuevos embalses y trasvases
Estas recomendaciones de la citada Subcomisión parecen proponer que se descarte en el futuro próximo la construcción de infraestructuras clave como son los trasvases y los embalses, primando la regionalización del agua y la autarquía hídrica frente a una verdadera planificación hidrológica nacional. Lo que pondría en peligro el desarrollo social y económico de las regiones afectadas por la escasez de agua. En este contexto es importante resaltar que:
- En España las aguas son un bien colectivo: “de dominio nacional y uso público”, cuya gestión y tutela corresponde al Estado, tal como recoge el Real Decreto Legislativo 1/2001 por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Aguas.
- De los análisis de los Planes Hidrológicos de Cuenca 2015-21, donde se contempla la reducción de recursos disponibles por el cambio climático, se desprende que existen demarcaciones hidrográficas deficitarias, como la del Segura (400 hm3/año) y Júcar (245 hm3/año), y otras con recursos susceptibles de ser trasvasados, como las del Ebro (2867 hm3/año), Tajo (2722 hm3/año) y Duero (1452 hm3/año).
- La importancia de los trasvases en la planificación hídrica española se refleja en la existencia de un total de 40 infraestructuras de este tipo para garantizar el suministro de agua de grandes núcleos de población y de zonas regables muy productivas.
- Los embalses proporcionan 4/5 partes del agua que se consume, permitiendo aprovechar el 53% de los recursos existentes (sin ellos sólo se podría aprovechar el 9%), y en periodos de sequía son esenciales para garantizar el caudal ecológico de muchos ríos.
El riego en nuestro país tiene un consumo energético medio total de unos 0,34 kWh/m3, cuando se considera el gasto de energía de la fuente del agua hasta su aplicación en parcela. Pero en el regadío las variaciones de consumo energético son muy amplias, dependiendo del origen del agua; así un sistema de riego por gravedad y con agua superficial tiene un consumo energético aproximado de 0,02 kWh/m3, mientras que un sistema de riego localizado y que se suministre de agua marina desalinizada tiene un consumo energético aproximado de 4,8 kWh/m3. A este respecto se señala que las aguas superficiales presentan los menores consumos energéticos; las aguas subterráneas, reutilizadas y del trasvase valores similares e intermedios, y las aguas desalinizadas los mayores consumos. Así por ejemplo, en un estudio realizado en el Campo de Cartagena en hipotéticos escenarios futuros de suministro de agua para riego, se obtuvo que las emisiones de GEI relacionadas con la producción agrícola aumentarían en un 30% con una sustitución del 26,5% de las fuentes tradicionales de agua empleadas (superficial, subterránea, trasvase, reutilizada y agua salobre desalinizada) por agua de mar desalinizada.
Otro aspecto que no se tiene en cuenta en muchos foros es que los cultivos agrícolas por su capacidad fotosintética, retiran CO2 de la atmósfera, actuando así como sumideros de GEI. Una hectárea ocupada por pinos, fija anualmente menos CO2 que otra ocupada por cultivos agrícolas perennes en regadío. Como ejemplo se puede indicar que en la Región de Murcia una hectárea de limonero fija anualmente 30,51 toneladas de CO2, una de melocotonero 30,71 o una de melón 10,41. Por tanto, una gestión eficiente de los cultivos de regadío puede conducir a un almacenamiento neto de CO2, una vez descontadas las emisiones necesarias para su producción. Como dato destacable señalar que el balance anual de CO2 de la producción hortofrutícola de más de 117.000 ha de regadío de la Región de Murcia, y una vez descontadas las emisiones generadas para la producción y transporte de los productos a Alemania, está por encima del millón de toneladas.
Por otro lado, el aprovechamiento prioritario de los recursos hídricos superficiales juega un papel primordial en la mitigación del cambio climático, donde los embalses son esenciales para este fin. Además estas infraestructuras son elementos clave en la producción de energía hidroeléctrica. Por lo que no deben demonizarse sino optimizarse, incluso construir aquellos embalses que puntualmente fueran necesarios, siempre que este garantizada su viabilidad medioambiental y socioeconómica.
Otro aspecto que no se tiene en cuenta en muchos foros es que los cultivos agrícolas por su capacidad fotosintética, retiran CO2 de la atmósfera, actuando así como sumideros de GEI. Una hectárea ocupada por pinos, fija anualmente menos CO2 que otra ocupada por cultivos agrícolas perennes en regadío. Como ejemplo se puede indicar que en la Región de Murcia una hectárea de limonero fija anualmente 30,51 toneladas de CO2, una de melocotonero 30,71 o una de melón 10,41. Por tanto, una gestión eficiente de los cultivos de regadío puede conducir a un almacenamiento neto de CO2, una vez descontadas las emisiones necesarias para su producción. Como dato destacable señalar que el balance anual de CO2 de la producción hortofrutícola de más de 117.000 ha de regadío de la Región de Murcia, y una vez descontadas las emisiones generadas para la producción y transporte de los productos a Alemania, está por encima del millón de toneladas.
Por otro lado, el aprovechamiento prioritario de los recursos hídricos superficiales juega un papel primordial en la mitigación del cambio climático, donde los embalses son esenciales para este fin. Además estas infraestructuras son elementos clave en la producción de energía hidroeléctrica. Por lo que no deben demonizarse sino optimizarse, incluso construir aquellos embalses que puntualmente fueran necesarios, siempre que este garantizada su viabilidad medioambiental y socioeconómica.
Por tanto, promover la regionalización del agua, renunciar a los trasvases, y considerar como solución principal la incorporación del agua de mar desalinizada lleva asociado un importante incremento de las emisiones de GEI. Estas emisiones incrementan el calentamiento global, que a su vez es el responsable de la reducción de los recursos hídricos convencionales, configurándose una espiral que no está en línea con los objetivos de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático.
Por ello se debe realizar una verdadera planificación hidrológica nacional que optimice la gestión de todas las fuentes de agua e infraestructuras disponibles (incluso con nuevos trasvases si fuera necesario), con el fin de priorizar el uso en función del menor consumo de energía. Avanzando hacia un sistema integrado del agua, donde se conecten adecuadamente los recursos (superficiales, subterráneos, trasvases, reutilización y desalinización) y las demandas, manteniendo los caudales ecológicos necesarios para los ecosistemas asociados al agua. Continuando con la reducción de la demanda de agua del regadío, con medidas de ahorro y eficiencia energética y fomentando la incorporación de las energías renovables.
Por ello se debe realizar una verdadera planificación hidrológica nacional que optimice la gestión de todas las fuentes de agua e infraestructuras disponibles (incluso con nuevos trasvases si fuera necesario), con el fin de priorizar el uso en función del menor consumo de energía. Avanzando hacia un sistema integrado del agua, donde se conecten adecuadamente los recursos (superficiales, subterráneos, trasvases, reutilización y desalinización) y las demandas, manteniendo los caudales ecológicos necesarios para los ecosistemas asociados al agua. Continuando con la reducción de la demanda de agua del regadío, con medidas de ahorro y eficiencia energética y fomentando la incorporación de las energías renovables.
AGRADECIMIENTOS: Para la elaboración de este post he contado con la colaboración totalmente desinteresada de grandes expertos en la materia. A quien agradezco públicamente su asesoramiento y dedicación.
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