Como ya he indicado en posts anteriores, uno de los mayores problemas de la agricultura de regadío es la escasez de agua. Las perspectivas futuras, en muchas regiones áridas y semiáridas, no son muy halagüeñas por el calentamiento global. Dado que las predicciones sobre el cambio climático auguran una importante reducción de los recursos hídricos disponibles y un aumento de las necesidades hídricas de los cultivos. Todo ello debido a una disminución generalizada de las precipitaciones, aumentos en la temperatura, la evaporación y la evapotranspiración, junto a una disminución de la recarga de acuíferos y de la escorrentía.
Por tanto se deben llevar a cabo medidas que garanticen la sostenibilidad de la agricultura de regadío frente a la escasez de agua. Muchas de ellas ya se han aplicado, o se están aplicando, en diferentes políticas en el ámbito del regadío. A continuación voy a relacionar veinte medidas que considero muy significativas:
- No dilatar la planificación hidrológica en el tiempo. Llevando a cabo los planes hidrológicos de cuenca y el plan hidrológico nacional en los periodos fijados.
- Concienciar a la sociedad, y en especial al agricultor, de la importancia que tiene el agua.
- Desarrollo de una contabilidad del agua en las tres escalas de gestión del agua de riego: cuenca, zona regable y parcela. Tanto en valores cuantitativos como cualitativos.
- Conocer la trazabilidad de cada metro cúbico de agua aplicado.
- Delimitación y caracterización de las masas de agua subterránea.
- Potenciar la reutilización para riego de las aguas residuales depuradas.
- Interconexión entre las diferentes cuencas hidrográficas, favoreciendo la asignación de los recursos con criterios sociales, económicos y ambientales.
- Desarrollo de los llamados bancos del agua, que deben estar regulados por la administración para evitar la especulación con un bien tan preciado como es el agua.
- Obtención de nuevos recursos mediante la desalinización, tanto de agua salobre como agua de mar. Pero a un precio que pueda ser asumido por el agricultor.
- Promover y desarrollar sistemas de captación de aguas pluviales en las parcelas agrícolas.
- En los núcleos urbanos disponer de redes de pluviales independientes y tanques de tormentas.
- Cubrir las balsas de riego para una reducción de la evaporación.
- Gestionar de una manera conjunta y más eficiente los recursos hídricos y energéticos en las tres escalas de gestión del agua de riego. Dando prioridad en el uso aquellos recursos que presentan un menor consumo energético y garantizando en todo momento una calidad del agua que no afecte a los cultivos.
- Extender y generalizar el empleo de indicadores de gestión a cualquier ámbito geográfico, con el fin de desarrollar un amplio proceso de benchmarking que permita una mejora continua de las zonas regables.
- Aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación a la agricultura (denominada Agricultura 3.0).
- Distribución del agua por cupos. De esta manera se fomenta un buen uso del agua en parcela, dado que el agricultor que no realice un uso eficiente del agua, no perjudicará a toda la colectividad, sino así mismo.
- Mejora de los sistemas de riego: riego de precisión, riego deficitario controlado o el riego localizado a baja presión.
- Fomentar las buenas prácticas agrícolas mediante la formación continua de los agricultores.
- La gestión del agua en las tres escalas del regadío debe ser trasparente, eficiente, sostenible y equitativa.
- Colaboración entre regantes, administración, centros de investigación y universidades.
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