miércoles, 12 de septiembre de 2018

El mito del pozo sin fondo del regadío

Actualmente en España los recursos hídricos se encuentran bajo una fuerte presión entre los diversos sectores (la agricultura, el abastecimiento de la población, la producción de energía, la industria, el turismo y el medioambiente). Con una gran competitividad entre regiones por el agua, lo que está afectando incluso al desarrollo de muchas de ellas.  Se espera que esta competitividad vaya en aumento por una reducción de los recursos hídricos disponibles debido al cambio climático

Todo ello está provocando que algunos sectores de la opinión pública estén cuestionando el papel actual de la agricultura de regadío por ser el mayor consumidor de agua, exigiendo que se aumente el caudal ecológico en los ríos y que se reduzca su presión sobre las masas de agua. Además se señala que el regadío se está convirtiendo un pozo sin fondo, con un incremento continuo de su consumo de agua, resaltando que en España no se están realizando políticas de reducción de la demanda de agua.  A continuación voy a exponer mi visión sobre este asunto.
El regadío español está haciendo una apuesta clara por su sostenibilidad desde hace años, cuyo objetivo principal es hacer totalmente compatible su actividad con el medioambiente, garantizando el buen estado cuantitativo y cualitativo de las masas de agua tanto superficiales como subterráneas. Para ello está basando su gestión en la modernización de regadíos, y en el fomento de la investigación y la incorporación de las nuevas tecnologías. De acuerdo con Joaquín Rodríguez "la modernización de regadíos se está constituyendo en una respuesta estratégica integral en el ámbito del agua, suelo y biodiversidad para conseguir el equilibrio entre la intensificación sostenible de la producción alimentaria de calidad y la adaptación al cambio climático".  
Debo significar que en España, según el Instituto Nacional de Estadística, el uso del agua en el sector agrario ha descendido de 17.083 hectómetros cúbicos en 2002 a 14.948 en 2016. Por tanto se ha producido una reducción del consumo de agua de la agricultura de regadío para este periodo del 14%. Mientras que para ese mismo periodo la superficie regada se ha incrementado en un 9%, según la Encuesta de Superficies y Rendimientos de Cultivos (ESYRCE) la superficie de regadío en España en 2017 era de 3.733.695 hectáreas, lo que supone un 22% de la superficie cultivada en nuestro país. De esta superficie 1,79 millones de hectáreas han sido modernizadas. Desde el año 2000 la inversión total realizada en modernización de regadíos ha sido de 3.815 millones de euros, de esta cantidad las comunidades de regantes han aportado 1.172 millones de euros
Del análisis de estos datos de superficie y del uso del agua del regadío se desprende que se ha producido una reducción media del consumo de agua por superficie en nuestro país durante estos años de un 20%, tal como se muestra en la siguiente figura.  

En este sentido, en el libro de investigación Efectos de la modernización de regadíos en España se muestra claramente la reducción de presiones e impactos del regadío que la modernización ha permitido alcanzar:
  • Aumento de la eficiencia de uso del agua por el cambio de sistemas de riego. En el caso de Andalucía, la estimación que aportan Corominas y Cuevas (capítulo 11 de este libro) es de un cambio en la eficiencia de las zonas regables desde el 65 % en 1997 hasta el 87 % en 2005.
  • Ahorro de extracciones. El promedio de las observaciones está en un 33 % de reducción sobre la cifra de extracciones anterior a la modernización.Estas menores extracciones tienen, de entrada, varios efectos positivos: mejora la garantía de suministro (el agua se queda en el acuífero o en el embalse), aumenta el caudal ecológico, ya sea de aguas superficiales o subterráneas, mejora la resiliencia y adaptación al cambio climático y aumenta la productividad del recurso.
  • Reducción de abonado y mejora de la calidad de los retornos. El cambio de sistema que permite la modernización tiene varios efectos que favorecen una mayor eficacia del abonado.  La consecuencia de esta mejora es una reducción de abonado que en el caso de la Acequia Real del Júcar suponen un ahorro de un 27 % menos de nitrógeno por hectárea. Esta cifra es razonable y puede ser un buen estimador de los ahorros que en general permite la modernización. La reducción de presión (menos fertilizante por hectárea), unida a la reducción de los retornos y a una mejora de la eficiencia del sistema agrario, nos llevan a una reducción del impacto en las masas de agua por contaminación difusa. 
Además ejemplos de casos concretos de éxito que la modernización de regadíos ha conseguido en distintas Comunidades de Regantes, los encontramos en la comunicación  La modernización de regadíos: un éxito para la naturaleza y la sociedad realizada en el XIV Congreso Nacional de Comunidades de Regantes de España, celebrado los días 14 al 18 de mayo de 2018 en Torrevieja.
De todo los expuesto se desprende el regadío no es un pozo sin fondo y que está reduciendo su consumo de agua desde hace años, que se están llevando a cabopolíticas para reducir su demanda de agua. Provocando todo ello beneficios medioambientales, por la disminución de la contaminación difusa por agroquímicos, y el ahorro de agua.
Para finalizar me gustaría recordar que la agricultura de regadío juega un papel trascendental para la provisión de alimentos, y es también muy importante desde el punto de vista del paisaje, la biodiversidad y el desarrollo rural.

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